El cerebro es el órgano que controla todas nuestras funciones corporales, así como uno de los más misteriosos y difíciles de estudiar.
Es capaz de controlar nuestros movimientos, así como nuestros pensamientos y dentro de él se pueden albergar sensaciones, como la felicidad, la tristeza y la muerte.
¿Qué pasa con tu cerebro antes de morir? Con el resto de los órganos sabemos, pues poco a poco dejan de funcionar, tu corazón deja de latir y mueres. Pero ¿qué pasaría con tu cerebro si registra una situación de peligro donde es inminente que mueras, pero al final sobrevives?
Se realizó un estudio con sobrevivientes de un avión que se quedó sin gasolina a la mitad del océano y muestra las reacciones de algunos ante una muerte inminente, de la cual todos salieron bien librados.
El 24 de agosto de 2011 el vuelo 236 de Air Transat, que iba de Toronto a Lisboa, sufrió una fuga sobre el océano Atlántico. Por 30 minutos, los 306 pasajeros creyeron que iban a morir, sin embargo lograron aterrizar en una base militar en las islas Azores.
En este vuelo iba Margaret McKinnon, que después de esta experiencia decidió convertirse en investigadora en el Departamento de Psiquiatría y Neurociencias de la conducta de la Universidad de McMaster en Canadá.
Reunió a 15 de los pasajeros del vuelo para estudiar el trastorno por estrés traumático y la memoria de los que vivieron este acontecimiento. Junto otro grupo de personas como control.
Ambos hicieron una entrevista autobiográfica en las que se les pedía recordar todos los detalles de tres eventos personales: uno que no fuera traumático, otro sobre los atentados del 11-S y el tercero, el vuelo 236 (el grupo de control debía recordar algo negativo en el mismo año del accidente aéreo).
Los resultados arrojaron que los pasajeros mostraban una gran capacidad en cuanto a memoria episódica (experiencias personales) en contra del grupo de control. Después de casi 10 años del desperfecto en el avión recordaban casi a la perfección los detalles que los especialistas pusieron como selección.
También demostró que se excedían en los detalles, muchas repeticiones y solían divagar. Con esto McKinnon logró demostrar que no siempre las experiencias traumáticas provocan deterioro y olvido de los recuerdos.
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